miércoles, 26 de octubre de 2011

Feliz cumpleaños, mi niño

Hace tanto tiempo que no escribo por aquí que me da incluso reparo hacerlo ahora. Cuando me despedí de este blog, lo hice de verdad, con el convencimiento de que era bueno para mi dejarlo. Sin embargo, la ausencia ha sido más en la parte de escribir nuevas entradas que en la de no entrar para nada aquí.

El día 21 fue tu cumpleaños, el segundo ya. Se supone que en esas fechas uno se acuerda de momentos maravillosos, y ahí radica lo extraño de esta situación. Yo te felicito, trato de imaginar una fiesta inolvidable a tu lado, de buscar en mi recuerdo un momento compartido cara a cara... Y claro, no los hay. No has tenido tarta, ni fiesta, ni regalos, pero para siempre me tienes a mi, que no te olvido, que no dejo de recordar lo que has supuesto en mi vida. Te amo incluso más que antes, porque siento que estás de alguna forma conmigo, que sabes cuánto te necesito y que algún día habrá un "nosotros" y será para siempre.

Joel, mi niño, no temas, mi vida ha seguido, te solté de la mano y se me desgarró el alma, pero sigo caminando. Antes no sabía hacia donde me conducía el devenir. Ahora camino siempre recto, hacia ti, con una sonrisa a veces alegre, pero siempre melancólica. No sabes cuánto te necesito, el enorme vacío que dejaste, las noches en que me acuesto deseando que vengas a verme en mi sueño, las mañanas en que abro los ojos y te busco.

Vengo a contarte al fin que tienes una nueva hermanita, Abril. Si supieras las veces que la miro y me pregunto cuánto de ti hay en ella... Se parece tanto a ti! Y es tan alegre y risueña que me pregunto si también tú sonreirías igual, si tus ojos serían azules como los suyos. Y en esos momentos en que me dejo ir, en que mi pensamiento es tuyo, encuentro la felicidad contigo, aunque ya no estés, aunque me muera de pena después. Ojalá todo fuera distinto, ojalá pudiera hacerte una tarta preciosa, regalarte tus primeros cochecitos, enseñarte los colores y las letras. Sin embargo, te regalo mi amor para siempre, y la promesa de que nunca dejaré que caigas en el olvido, mientras viva tu mamá. Y cuando ya no tenga vida, ven y enseñame tu cielo.

Te quiere,


Mami