domingo, 21 de febrero de 2010

21 de febrero de 2010

Hoy hubieras cumplido cuatro meses, mi niño. Hoy hubiera sido un día muy bonito, hubiera hecho una tartita y hubiéramos hecho fotos.

Sin embargo, ha sido un día normal, como cualquier otro domingo en casa, haciendo las cosas de siempre y con la mente llena de malos recuerdos que, aunque empiezan a verse de lejos, están muy frescos en nuestras mentes. No ha habido risas, ni llantos, ni nada que hiriese al otro, pero éramos muy conscientes de que no estabas y de que eso no es justo ni debiera ocurrir. Te he echado de menos, como todos los días, pero quizá con la nostalgia de lo que podría haber sido y no es ningún día de mi vida. Es tan duro desear lo que es imposible...

No quiero hablar de nada más hoy, mi ángel. Quiero dedicarte esta entrada y decirte que te quiero con toda el alma y sin descanso. Da igual los meses que pasen, siempre te echaré de menos y siempre serás el segundo de mis hijos (el de mi alma).

miércoles, 17 de febrero de 2010

17 de febrero de 2010

Hoy vengo un poco con prisas, pero tenía ganas de pasarme. Es raro, pero igual que puedo estar un mes sin escribir, luego me paso días seguidos escribiendo, como si así compensara el tiempo "perdido".
Ayer estuve con la psicóloga y estuvimos hablando de muchas cosas, pero entre ellas el tiempo que a veces consideramos perdido. Ella me dijo que ni se me ocurra pensar en ello. No porque piense que el embarazo fue un tiempo perdido, sino porque los casi dos años de búsqueda fueron un ir venir entorno al mismo tema y dejé de lado otras muchas cosas que para mi son importantes. No sé, pienso que le cuesta entender lo que le cuento y que, en ocasiones, las personas no nos ceñimos a patrones establecidos. Para mi el tiempo en que te tuve dentro fue el mejor empleado del mundo, a pesar de que el final fuera el que desgraciadamente fue. Sin embargo, sí que siento que en mi debe cambiar la vivencia a partir de ahora. Ya no puedo centrar mi vida en una búsqueda que, en realidad, te busca a ti. Y me queda mucho que recorrer al respecto.
Por qué no reconocerlo? me siento frustrada y rabiosa, por todo y porque no digiero que tanto esfuerzo fuera para verme recompensada con tanto dolor y esa sensación metálica en la boca cuando me encuentro con los recuerdos de todo el amor que te di cuando te sentía en mi interior.
La psicóloga piensa que debo aclarar con David que el hecho de tener una fecha, abril, a partir de la cual mi salud no se vería perjudicada por otro embarazo, no implica que debamos sentirnos obligados a ello, ni presionarme para que esta vez todo funcione. Pero también en este punto creo que no me entiende, porque nosotros nos comunicamos perfectamente y el tema lo tenemos muy hablado. Ambos queremos lo mismo: un nuevo embarazo con un final feliz, pero cuando física y mentalmente esté preparada para ello. Lo que sí es cierto es que cada día me debato entre el miedo a perder a tu futuro hermano, a que me cuesta la propia vida, a que ambas cosas ocurran, a que tengan que pasar meses y meses para lograrlo, a empezar... En fin, demasiados pensamientos contrapuestos como para plantearse ahora otra maternidad. No estoy preparada, pero conociéndome, sé que el primero de abril lo estaré y pondré toda mi rabia y energía en ello. Supongo que es inherente a mi misma, que forma parte de mi y no puedo huir.
Dicen que soy fuerte, porque me enfrento a las situaciones a pesar del dolor. No me siento así, pero saco de donde no hay porque siento que debo aprovechar la oportubnidad que me ha dado la vida. Y tengo mucho por lo que luchar y muchos apoyos, a veces insospechados, para hacerlo.
Por otro lado, hoy he estado con el nutricionista y en menos de dos semanas he adelgazado más de cuatro kilos, así que apenas me quedan seis para estar perfecta. Eso, junto a los análisis, que salieron muy bien, me hace estar más tranquila. Los riñones están dentro de los parámetros normales y el hierro, aunque justo, está también dentro de lo que se considera normal. Además, las pruebas de la glucosa, al fin, demostraron que no soy diabética y, seguramente, nunca llegué a tenerla durante el embarazo. Qué ironía, mi niño, con el poco dulce que te di... Después de todo no fue ni el azúcar, ni la tensión, ni nada conocido. Te fuiste como un soplo de viento helado, sin explicación, sin vuelta atrás. Ahora que eso forma parte de mi realidad diaria, sólo me queda confiar en que la vela que te dedico cada noche y con la que me pierdo en mis sueños y angustias, te muestre el camino desde mi corazón hasta tu paraiso de nubes de algodón dulce.

Te amo, mi soplo de viento bello.

lunes, 15 de febrero de 2010

15 de febrero de 2010

Mi niño Joel, he tardado en volver por aquí. Ha sido por tantas razones... La primera el trabajo y la casa. La segunda, que tenía que multiplicarme porque papá tuvo una recaída en su lesión de la rodilla y ha estado todo este tiempo de baja. Esto ha sido una ayuda para no sentirme tan sola, para no pensar tantísimo y para pasar más tiempo con él.

El sábado fue nuestro aniversario de boda. No es que hiciéramos nada especial, pero fue tan bonito recordar aquel día... Si me hubieras visto, con la barrigota del embarazo de Xavi y unos taconazos que me empeñé en llevar y tu tía tomándose todo el tiempo del mundo para sacarnos una foto en la puerta del Juzgado. Ayss qué dolor de pies y que ganas de entrar y prometerle al amor de mi vida que sería para siempre suya y el mío.

Cuando nació Xavi, creció más aún ese amor que tanto nos costó al principio y que ni la distancia pudo derribar. Vi su expresión cuando se conocieron y supe que le había dado el regalo más hermoso del mundo. La vida mientras tanto no se portó muy bien con nosotros en otros aspectos más mundanos, pero como se suele decir, el amor era el mejor de los alimentos. Nos sentíamos en paz sólo de ver que nuestro precioso hijo, tu hermano, crecía feliz y sin pasar necesidades de ningún tipo.

Y luego llegó la larga búsqueda que me llevaría a ti. Reconozco que lo pasé realmente mal y que me sentía castigada por una fuerza superior que sabía muy bien dónde darme para que me doliese. Pero llegaste, llegaste y fui la madre más afortunada del mundo, porque pude conocerte. Fui la única que de verdad te conoció, la que sintió tu vida y tu muerte en mi vientre. Bajé del cielo estrellándome en la tierra en la que ahora tú reposas y en la que nunca más podrás ser mío.

Al hilo de lo que sentía, di con la canción que Eric Clapton le compuso a su hijo Connor cuando éste se precipitó por una ventana y murió. Tears in Heaven, lágrimas en el cielo. Espero que haya un cielo en el que seres maravillosos te cuiden y te quieran tanto como yo, tanto como yo te hubiera acunado, amamantado, abrazado, besado, amado... Ojalá que en ese cielo haya un sitio reservado a tu lado para cuando me toque partir. Ojalá mis lágrimas te lleguen en forma de amor y sonrisas allá donde estés, porque nunca en la vida seré capaz de olvidar ni un instante contigo, ni la sensación de ver tu rostro, el que tantas veces había imaaginado. No eras como pensaba, ni de lejos, porque eras más bello y etéreo que todos los ángeles del cielo.

Y tal como dice la canción: debo ser fuerte y sobrellevarlo, porque yo no pertenezco al cielo. Todos los días tengo esto presente y trato de conducir mi vida de la forma más recta posible, porque si hay un cielo que te alberga, yo me lo quiero ganar para encontrarme contigo y que sea entonces para siempre.

http://www.youtube.com/watch?v=b6t4Zs5Yq_k