miércoles, 5 de noviembre de 2008

Vuelta a empezar

Los meses se sucedieron con relativa rapidez. Por un lado, el seguimiento que me hacía con la temperatura basal me mantenía con la atención fija en el tema en cuestión y me hacía sentir útil, con la sensación de que hacía algo por mí misma, sin necesidad de control ni de sermones para los que no estaba preparada. Por otro lado, veía acercarse peligrosamente el año de búsqueda y me deprimía ver que ni siquiera tenía una solución para mi supuesto problema.

Llegó el mes de marzo y recordé la cita con el ginecólogo, pero decidí darme más tiempo para cruzar esa frontera que tanto me atemorizaba. Los ciclos se mantenían en menos de 40 días y eso para mí era suficiente de momento. La temperatura basal me mostraba el funcionamiento regular de mis ovarios, dándome el respiro que necesitaba para pensar con claridad lo que quería. Ciclo tras ciclo veía pasar no sólo el tiempo, sino la oportunidad de disfrutar de una nueva maternidad.

Llegado el mes de mayo sin éxito en mi empresa, tomé la mejor decisión: cambiar de ginecólogo. ¿Para qué volver a la consulta de un médico en el que ya no confiaba y que no me había ayudado antes? Y entonces me planteé hacer lo siguiente:

1º Pensar cómo quería que me trataran.
2º Decidir el tipo de embarazo y parto que quería llevar.
3º Ver las clínicas, hospitales y profesionales que estaban a mi alcance por lo privado y por la Seguridad Social.
4º Relacionar el punto 2 y el 3 hasta encontrar el sitio idóneo en el que tratar mi problema de infertilidad y mi posterior embarazo.

Y todo ello me hizo reflexionar mucho, porque no es fácil encontrar esa persona que te dé confianza y la esperanza justa para no subir al cielo y luego caerte en picado y sin paracaídas. En mi caso, el hecho de haber parido antes y haber sentido en mis carnes lo que estaba bien y lo que no, me facilitó la tarea. A esas alturas tenía muy claro que no quería paternalismos, intervencionismos innecesarios, ni cualquier decisión tomada sin mi consentimiento. Para ello, cómo no, uno debe informarse y tener las alternativas claras, con sus pros y sus contras. Y, claro, un año había dado mucho de sí en cuanto a documentación se refiere.

Tras darle muchas vueltas al asunto, descolgué el teléfono y llamé a la Clínica Acuario para pedir cita con el Dr. Enrique Lebrero, reconocido ginecólogo en el campo del parto natural. El 10 de junio me presenté allí y, nada más entrar, ya percibí el llamado "espíritu acuario", esa atmosfera de confianza y de protagonismo de la mujer en su vida sexual y reproductiva. Vi a las madres recientes con sus bebés criados de forma natural, con ese aspecto saludable y esa felicidad por las cosas bien hechas que yo tanto eché en falta cuatro años atrás...

El doctor me recibió con mucha amabilidad, escuchó todo lo que tenía que decir, mis peticiones, mis preocupaciones y mis esperanzas. Después, sin juzgarme ni adoptar una posición de superioridad, me comentó que en cuestión de embarazos no podía esperar que las cosas fueran blancas o negras, que la vida reproductiva de la mujer era muy compleja y llena de altibajos. Me hizo una ecografía y me pesó. Me dijo que era conveniente mantener el peso bajo control, en todo caso no subir e intentar bajar dos kilos al mes. Vio que los ovarios tenían el aspecto de poliquísticos, pero me comentó que tenía tratamiento y que no veía que fuera el temido Síndrome de Ovarios Poliquísticos.

Lo que más me sorprendió fue que recibiera con agrado mis gráficas de temperaturas y mis apuntes acerca de cada ciclo, con el tratamiento del otro médico y los diagnósticos y pruebas que me había hecho. Me recetó vitamina E para todo el verano, a condición de dejar el tratamiento al menor signo de embarazo. Según él, la vitamina E era beneficiosa para la función ovárica y podía ser suficiente para superar mis problemas. Además, me recomendó mucha tranquilidad para ese verano y que nos dejáramos llevar lo máximo posible, confiando en los test de ovulación para tener relaciones programadas solamente una semana al ciclo, dejando al azar y a nuestro antojo el resto de dicho ciclo.

Me marché de allí con una sonrisa de satisfacción que hizo reir a mi marido, porque parecía una niña con juguete nuevo. Dicen que la ilusión es lo último que se pierde y he de reconocer que el hecho de recuperarla de aquella forma tan de andar por casa me había recargado las pilas al menos para el resto del verano.

Como no podía ser menos, aquel ciclo se alargó de nuevo y pude contar 89 días, hasta que finalmente vino la ansiada regla en agosto. Mi intuición me decía que era preferible dejar de tomar nada y esperar a que mi cuerpo volviera a la normalidad. El siguiente ciclo fue de 55 días, de modo que decidí hacerme analíticas de hormonas por mi cuenta en el quinto día del nuevo ciclo. Con las pruebas en una mano y el resultado del espermiograma de mi marido en la otra, me presenté en la nueva cita con el Dr. Lebrero, que se sorprendió de lo controlado que tenía el tema. Me agradeció ese andar por delante de los acontecimientos y valoró muy positivamente ambas pruebas. Mis análisis demostraban que no tenía desequilibrios hormonales y los de David demostraban que era todo un torete jejeje. Íbamos por el buen camino.

Tras comentar todos los detalles del verano y lo que esperábamos en adelante, me recetó el tan ansiado Omifín para estimular a mis ovarios y mejorar nuestras posibilidades de cara al embarazo. Pero claro, tenía que esperar el inicio de un nuevo ciclo, cosa que podía ocurrir tanto en un mes como en tres. Nos despedimos con la broma acerca de que la nueva cita podía ser en año nuevo y me fui de nuevo con la sensación de haber tomado una gran decisión.

Afortunadamente, ese ciclo que imaginábamos eterno, se rebeló y volvió a la normalidad como si los anteriores hubieran sido un mal sueño. De modo que mañana, en mi quinto día de ciclo, al fin, podré iniciar el tratamiento con Omifín y me encomendaré de nuevo al destino, porque sé que algún día no muy lejano volveré a sentir en mi interior cómo la vida se abre camino.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Paty guapa que busco como vas y no lo encuentrooo! Soy nar77 (no te vaya a despistar mi perfil de blogger jeje).
Me he leido todo estoy y bueno...me alegro mucho que estes mejor de animo. Te deseo lo mejor!!
Y que Dios bendiga a San Omifin y te de pronto un tesoro tan bonito como el que ya tienes.

Un beso cariño!

turquesa dijo...

Muchas gracias, Ana, me ha encantado que entraras en el blog. Lo cierto es que me consuela bastante escribir mi experiencia, aunque a veces me parece que sólo lo leo yo jejeje. El foro está muy bien, pero llega un momento en que te sientes mal y necesitas cambiar de aires.

Pero estoy convencida de que dentro de nada estaremos hablando de las barrigas, de semanas de embarazo y de los cochecitos que nos gustan ;). Mira que si lo logramos a la vez... Estaría genial.

Gracias por tus buenos deseos, ya sabes que me caes genial y espero que consigas tú también tu sueño.

Besos